Estar al arco es una posición singular, una suerte de soledad en compañía. Una cazadora a la inversa: su trabajo es no dejarse atrapar, su triunfo no es el momento del gol, sino la de aguar la fiesta de otro. Se requiere coraje para estar en un lugar así. Estar al arco es una soledad que no es solipsismo, es precisamente lo contrario, como nunca hay que estar atenta a las intenciones de las jugadoras, descifrar el lenguaje inventado por su complicidad para atacar, sus astucias y reacciones; se requiere un tipo de atención que no acepta generalidades, se corre el riesgo de tomar una decisión nueva cada vez, a tumbos, concentrada en cada minucia. Tal posición requiere de una empatía radical.

Christiane Endler es la capitana de la selección femenina chilena de fútbol, en 2021 ganó el título de mejor arquera del mundo por la Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol y en 2022 ganó el premio “The Best” de la FIFA por ser la mejor portera. Su trayectoria abre caminos, lo más obvio sería decir que genera oportunidades a otras mujeres, que, como ella, saben que el fútbol no tiene género; pero hay algo más que su talento nos deja, una lección sutil: que liderar no siempre significa meter goles y que la deducción no es un cálculo, sino que requiere del arte de la sensibilidad, de una atención en la que participa la empatía.