La carretera Panamericana, o Ruta 5, que atraviesa Chile de norte a sur, se interrumpe de manera abrupta al llegar a Pargua, el puerto de salida hacia el Archipiélago de Chiloé. Para continuar, es necesario tomar un ferry que cruza el canal del Chacao, desde donde apenas se divisa la isla en el horizonte. Las aguas, profundas, el viento y los 20 grados de la mañana soleada invitan a la contemplación durante los treinta minutos del trayecto. Los pasajeros observan la naturaleza mientras el capitán les comenta que en la isla “en un día se pasa por todas las estaciones del año”.
Pese al aparente aislamiento de Chiloé, en la isla se mantienen los estándares ambientales internacionales. En esta región, famosa por sus iglesias de madera declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, sus casas coloridas y sus parques de naturaleza exuberante y flora y fauna intacta, el turismo sustentable es una realidad.
Ejemplos de esto se encuentran en el pueblo de Puqueldón, donde el municipio apoya el reciclaje de plásticos para incorporarlos en la cestería autóctona, o el arriendo de vasos de plástico a los turistas durante las fiestas costumbristas, demostrando el compromiso con unir el cuidado del medio ambiente con el turismo responsable. Los alojamientos utilizan energía solar, cuentan con sistemas de reciclaje y fomentan el turismo rural como una actividad que impulsa la economía local y apoya a las comunidades autóctonas.
El Festival Costumbrista Chilote de Castro, con sus productos agrícolas, artesanía y gastronomía local, atrae a visitantes de todo Chile y el mundo. Con 170 expositores de agrupaciones vecinales, el evento ofrece una variedad de sabores para degustar, desde maja (sidra) de manzana, curanto en hoyo, cordero al palo, asado de vaquilla, hasta milcao, chapalele y exquisitos “calzones rotos” de postre.
El alcalde Juan Eduardo Vera explica que “este territorio no se cierra a la globalización, pero mantiene vivas sus tradiciones”, porque “una comunidad que cuida su historia se mantiene viva en el tiempo”. Recuerda que Castro, la capital de Chiloé, “trabaja por la sustentabilidad”, lo que le valió ser elegida entre las 100 ciudades más verdes del mundo por la organización Green Destinations en 2019.
Las mujeres y el turismo rural
Hace años, Chiloé impulsa un modelo de turismo con experiencias auténticas, uno de cuyos distintivos es el involucramiento de mujeres de la zona. Doris Millán (61), la primera guía turística de la etnia huilliche, destaca que “no existían mujeres guías, así que fue una lucha muy grande trabajar”. Recalca que “tratamos de llegar a todos los lugares del agroturismo rural de Chiloé, porque necesitamos difundir la cultura a través de la gente de acá”. Aprovechando la marea baja, recolecta choritos y almejas en la playa de Rilán -ubicada a media hora de Castro en lancha- para un “curanto participativo”, que cocinan las vecinas del sector de La Estancia.
Bajo la supervisión de Doris, los turistas se convierten en recolectores que buscan entre las piedras y la arena mojada. Basta con levantar una piedra y aparecen los choritos enganchados; “hay que limpiarlos y separarlos” dice Doris. Cuando el canasto está lleno, ella cuenta con una sonrisa que “en la isla nadie pasa hambre, es imposible” y que “todo es culpa de la Pincoya”, una mujer de la mitología chilota que danza en las playas y genera abundancia en la pesca.
La isla sustentable
Desde la caleta de Chonchi, es posible ver la isla Lemuy, hoy habitada por tan solo cuatro mil habitantes. El pueblo principal es Puqueldón, que en 2022 recibió el premio Best Tourism Village, otorgado por ONU Turismo, una Iniciativa mundial que destaca a pueblos con turismo que preserva culturas y tradiciones, brinda oportunidades a la comunidad y resguarda la biodiversidad. Según el alcalde Rodrigo Ojeda, “este premio ha significado un aumento sustancial en el número de visitantes que tiene nuestra comuna y ha hecho surgir nuevos empleos”.
El municipio dispone de un centro de reciclaje donde las emprendedoras locales de Isla Bonita, que recolectan residuos plásticos en las playas, los transforman en posavasos que se incorporan como bases a cestas tejidas con fibra vegetal de manila. Además, la Cámara de Turismo de la comuna promueve prácticas sostenibles en hostales, campings y restaurantes, la mayoría de los cuales son emprendimientos familiares.
Al extremo de esta isla, en Detif, vive Yolanda Millapichún (Yoli, 62), guardadora de 112 semillas de papas originarias de Chiloé, de las cuales comercializa las especies más comunes. Yoli, declarada patrimonio vivo de Lemuy, relata que lleva 12 años en este trabajo y que “es muy sacrificado, pero cuando veo el resultado me entusiasmo y digo esto no se puede perder”. Año tras año planta tres semillas de cada una de las 112 especies en su “Jardín de Papas” que tanto la enorgullece. Cada variedad tiene un nombre propio creado por los mismos lugareños como la “Meca de gato”, “Manuela” o “la Bruja”.
Así, esta guardiana de semillas contribuye a preservar las cerca de 200 variedades de papas de todas las formas y colores que existen en Chiloé, colaborando a la conservación en un territorio cuya gente cuida con responsabilidad la naturaleza de este lugar.
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