¿Qué anima y alimenta la llama de las ciencias en cada una de nosotras?, se pregunta la bióloga y ecóloga Bárbara Saavedra en una Conferencia presentada ante la Sociedad de Biología Celular en 2017. La metáfora que utiliza en su exposición es significativa para quienes, como ella, han hecho del espacio público su cuarto propio: las mujeres en las ciencias son como fuegos fatuos, dice, una ínfima llamarada que arde por sí misma en un territorio hostil y que recorre, a ras de piso y de forma zigzagueante, un camino trazado a pulso. Somos fuerza nueva, numerosa, creativa, apasionada, preparada, afirma con convicción, y sus palabras me recuerdan a todas esas niñas curiosas que juegan con chanchitos de tierra, recolectan conchitas en la playa, arman herbarios con las plantas del jardín o memorizan las constelaciones que iluminan el cielo nocturno. Cada una de ellas es una mujer de ciencia y esa chispa diminuta, traviesa y veleidosa, que las impulsa a observar y pensar sobre el mundo que habitan, se puede convertir en una llamarada capaz de imaginar otros futuros posibles.
La famosa frase lo personal es político, atribuida a la feminista norteamericana Carol Hanisch, me parece acertada para hablar de la trayectoria profesional de Bárbara. Su profunda convicción sobre el valor de la biodiversidad para el bienestar de la humanidad marca su propia hoja de ruta, aquella que la ha llevado a promover iniciativas de protección de las turberas patagónicas y a reflexionar sobre la urgencia de incorporar en la nueva Carta Magna la intrínseca relación entre naturaleza, derechos humanos y democracia. Escucharla es conectarse con su pasión por la preservación de los humedales, por la restauración de los ecosistemas devastados por la acción humana y por la defensa de guanacos y huemules acechados por una economía extractivista. Leer sus escritos es comprender que la mirada ecológica no es una moda, sino un imperativo, y que la urgencia de su discurso es consecuente con una elección personal que busca generar una acción política concreta.
Ese entusiasmo por construir una cultura de la conservación, que permita situar a Chile a la vanguardia del cuidado de la biodiversidad, la convierte en una persona que inspira a muchas niñas y adolescentes a seguir carreras científicas. Contar con referentes femeninos en las ciencias, considerando la larga historia de silenciamiento o de minimización de su labor, es un tema que a Bárbara le interesa: Hay un gigantesco valor cada vez que una mujer hace ciencias. Una obra docta desplegada palmo a palmo por cada artesana de su propia vida. Y que, al comenzar a compartirla, puede acercar la materia prima de las ciencias a otras como ella. Comparto esa sinergia femenina y la revolución que implica abrirse camino en el árido ámbito académico y profesional. Esa imagen de colaboración y sororidad, implícita en los deseos de Bárbara, nos invita a ver cómo las mujeres de ciencias, aparentemente aisladas unas de otras, con sus propias historias de lucha y sobrevivencia, han colaborado en el tejido de esa red que ilumina la ruta de quienes las preceden y de aquellas que vendrán.
Hace once años, Bárbara escribía en su blog que las mujeres en las ciencias marcarían la diferencia y torcerían la mano de la historia como se la conoce hasta ahora. Construiremos un futuro diferente, aseveraba, lo que solo será posible si reconocemos la interrelación vital entre seres humanos y biodiversidad, la piedra angular sobre la que se sostiene nuestro sistema socio-ecológico nacional. Desde su trinchera personal y pública, Bárbara Saavedra nos convoca a todas nosotras, los fuegos fatuos empedernidos y difíciles de apagar, a trabajar, de forma sutil y con una tenaz resistencia, por ese cambio necesario que debemos realizar en una y mil prácticas humanas, transformándolas desde actividades que destruyen la base natural de nuestro planeta, a prácticas que nos permitan sostenerla en el tiempo.
Doctora en astrofísica reconocida en todo el mundo por sus descubrimientos y por abrir una ventana al universo desde los cielos chilenos.
Ilustración: Paloma Amaya
Texto: Carolina Pareja
Ecóloga y bióloga chilena que protege activamente la vida silvestre de Chile y el planeta para aportar a crear un mejor futuro para el mundo entero.
Ilustración: Jo Jiménez
Texto: Claudia Andrade
Pianista y concertista chilena, que ha llevado la música y cultura de Rapa Nui a todo el mundo, además de enseñarla a las nuevas generaciones la escuela que creó en la isla.
Ilustración: Trini Guzmán
Texto: María Paz Rodríguez
Chilena cuya creatividad la llevó a convertirse en la escritora más popular en lengua española y una impulsora incansable de los derechos de las mujeres.
Ilustración: Holly Jolley
Texto: Teresa Paneque
Deportista chilena que con pasión, talento y un espíritu único, se abrió paso en el fútbol para convertirse en la mejor arquera del mundo.
Ilustración: Amelia Strong
Texto: Constanza Michleson
Chilena que está construyendo futuro con innovación, desarrollando proyectos de arquitectura bioclimática y construcción sustentable para mejorar la calidad de vida.
Ilustración: Carola Josefa
Texto: Julieta Marchant
Chilena de espíritu incansable, que junto a un gran equipo, creó todo un mundo lúdico para que niños y niñas de Chile y otros países crezcan jugando y aprendiendo en familia.
Ilustración: Polera Paint
Texto: Antonella Andreani
Chef chilena ganadora de una estrella Michelin, que ha llevado los sabores de nuestro país por el mundo y le abre nuevas oportunidades a jóvenes y mujeres que comparten su pasión.
Ilustración: Camila y Pepe
Texto: Isabel Ossa Guzmán