A lo largo de los más de 6.000 kilómetros de costa que posee Chile, es posible encontrar diversos tipos y variedades de algas, las que son utilizadas comúnmente como un complemento a preparaciones culinarias tradicionales, o como un alimento en sí mismo. La popularidad de las algas en el área gastronómica y nutricional se debe a sus sabores únicos y diferentes, junto con sus altos niveles de hierro, calcio, yodo, potasio, además de vitaminas A, B y C, lo que las ha llevado a ser consideradas un superalimento.
Durante años Chile ha sido un importante exportador de algas pardas a países de Asia y Europa, algas como el huiro negro, huiro palo y sargazo, lo que ha llevado a un crecimiento considerable de su explotación, y de a poco la extracción de algas se ha vuelto una actividad más lucrativa que la misma pesca.
Pero este nuevo interés por las algas va más allá de su alto aporte nutricional, tanto en Chile como en los países adonde se exportan estos productos, diversas áreas han sabido aprovechar las características únicas de estas plantas marinas. En cosmética, se pueden encontrar cremas, shampoo, tintes y maquillajes a base de alga; esto debido a sus propiedades hidratantes, antioxidantes y regeneradoras, ayudando a la limpieza de la piel y eliminación de toxinas.
Otros de los usos de estas plantas son en el ámbito agropecuario y farmacológico, en el primer caso se utilizan como abono debido a que mejoran las características nutritivas del suelo, estimulando el crecimiento vegetal e impidiendo el crecimiento de malas hierbas. En farmacología se puede ver un uso de algas tanto en la medicina occidental como en la homeopatía, esto debido a su poder gelificante, antioxidante, antitumoral, y propiedades emolientes, laxantes y expectorantes.
Un uso que se ha venido estudiando por los últimos años en Chile, es su potencial uso como recurso energético. Un equipo de académicos de la Universidad Católica de Chile, junto con expertos en mecánica automotriz de DUOC UC e investigadores de la Universidad de Colorado, han logrado crear biodiesel a partir de microalgas. Esto se logra a través de un proceso en el cual se cultivan las microalgas en fotobiorreactores, hasta el punto de obtener biomasa y aceite.
Se ha demostrado que el uso de este combustible disminuye en un 80% la emisión de gases en vehículos como buses de Transantiago y camiones de gran tamaño, lo que podría llevar a una considerable disminución de polución dentro de la ciudad de Santiago. A pesar de sus ventajas, la producción de este biodiesel se ha visto limitada debido a la imposibilidad de producirlo a gran escala y a bajo costo.
En Chile también hemos podido ver como diversos empresarios han decidido tomar al alga más popular de Chile, el cochayuyo, e innovar con ésta, como la exquisita mermelada preparada por los Algueros de Navidad, una localidad en la Sexta Región y el novedoso uso que le ha dado Sisa, quienes han creado prendas de vestir manufacturadas completamente con esta alga; un uso que hace años atrás jamás se hubiese pensado.