Ya sea que se baile en el norte, sur, el campo o la ciudad, durante el mes de septiembre es casi imposible no escuchar el zapateo y los aplausos que siempre acompañan a la cueca. Declarada oficialmente como nuestro baile nacional el 18 de septiembre de 1979, sus variantes son tantas como la diversidad de personas que habitan nuestro país.
La Cueca Nortina, por ejemplo, no tiene texto y se baila con paso blaseado arrastradito y a veces saltadita. Se interpreta con instrumentos propios de la zona, como la quena, el bombo, la zampoña y el charango, y la indumentaria de los bailarines está influenciada por la vestimenta aymara.
La Cueca Criolla se inspira en la vida campesina, pero se compone en pueblos y ciudades; utiliza instrumentos como guitarra, arpa, tormento, acordeón, y se canta a dos voces. La Cueca Brava o Cueca Chora, es un tipo de cueca urbana típica de Santiago y Valparaíso, que tiene un sello único porque aborda temas citadinos y sociales, aunque también amorosos, y mezcla instrumentos de diversos estilos musicales, como piano, guitarra, bajo eléctrico y hasta platillos de tazas de café.
La Cueca Campesina es la más tradicional. Suele ser anónima y cantada por mujeres a una o dos voces acompañadas de una guitarra, o por payadores entonándolas con un guitarrón chileno. Existe también la Cueca Cómica, en la que los bailarines ridiculizan o imitan a algunos de los presentes, y la Cueca Robada que en la que el bailarín “roba” la pareja de otro.
La Cueca Chilota es típica de la Isla Grande de Chiloé y se baila en celebraciones y ocasiones en que se reúne la comunidad, como las mingas o botaduras de lanchas.
Pese a esta enorme diversidad, la estructura del baile es siempre la misma: es un fragmento que tiene 52 compases que componen el llamado pie, en el que las parejas generalmente bailan de a tres seguidos. Una verdadera pasión que cada día tiene más adeptos y que ni en tiempos de pandemia deja de bailarse y difundirse, incluso fuera de nuestras fronteras.
Así lo confirma Julie Cabrera, directora de la academia Bafochi (Ballet Folclórico de Chile) y maestra de danza del elenco profesional, quien lleva una década impartiendo clases de cueca a adultos y niños. “Todos los años BAFOCHI da clases de cueca para todas las personas que quieran aprender o que quieran reforzar ciertos conceptos”, señala.
Julie explica que el slogan de la academia Bafochi es “Aprende a Bailar Cueca en 3 clases”, desmitificando que se trate de un desafío demasiado complejo. Cuenta que para aquellos alumnos que ya habían incorporado las destrezas básicas y tenían interés en seguir profundizando en el baile, “Bafochi también tuvo un segundo curso disponible, en el que aprendían técnicas más avanzadas como distintos tipos de escobillados o zapateos”.
Para Julie es emocionante la revalorización que ha tenido la cueca especialmente en los últimos años. “La cueca urbana, la cueca chora, tuvo mucho que ver en eso. Se baila siguiendo la misma frecuencia, la misma estructura, pero no se necesita hacer los pasos de manera tan precisa, importa más la actitud, es una cueca achorada y eso ha hecho que la gente se vuelva a encantar con ella”.
Otro espacio que mantiene viva la práctica del baile nacional es la tradicional Casa de la Cueca, espacio de Avenida Matta 483 levantado por los músicos Pepe Fuentes y María Esther Zamora, que desde hace casi 40 años se dedica a mantener vivas nuestras tradiciones folclóricas.
“La cueca es alma, tradición y vida. Uno puede tener mucha pena, pero se empiezan a entonar los compases de una cueca y se alegra el corazón y el alma. Hoy da gusto ver cómo cientos de grupos de jóvenes cuequeros a lo largo de Chile mantienen vivo este baile”, señala María Esther Zamora, reconocida folclorista y actual propietaria de la Casa de la Cueca.
Recientemente, la Casa de la Cueca fue el escenario elegido para la producción de “La Cueca del Chileno en Todas Partes”, una pieza musical producida por Imagen de Chile que busca conectar y reencontrarse con los chilenos que pasan estas fiestas patrias en el extranjero.
“Llevamos casi 40 años de tradición aquí en Avenida Matta. Hoy, la cueca está en el lugar donde siempre debió estar: alma y señora de nuestra patria”, agrega.