La comida, el folklore y la idiosincrasia chilena son solo algunas de las tradiciones con las que los chilenos en el exterior mantienen viva la identidad y la cultura nacional.
Septiembre es el mes de la chilenidad, y si bien Chile se convierte en el escenario principal de las festividades, no es el único lugar donde se celebra. Desde países como Panamá, Alemania, Corea del Sur, México y Portugal, chilenas y chilenos comparten cómo festejan el 18 de septiembre y las tradiciones que conservan.
A miles de kilómetros de distancia, las tradiciones culinarias del país actúan como un puente para los chilenos que viven en el extranjero, siendo la esencia de las celebraciones más allá de nuestras fronteras. “Sopaipillas, cazuela, calzones rotos, un poco de comida me transporta a Chile”, dice Alexander Cornejo, desde Oporto, Portugal. “¿Qué extraño de Chile? Las empanadas, el pan chileno. ¡Ay! El pan chileno es único”, sostiene Davis Espíndola, desde Lisboa, Portugal. Por su parte, Rodrigo Mas, quien vive hace 22 años en México, recuerda especialmente el vino chileno: “Siempre he recordado mi querida tierra con los vinos tintos, muy buenos”, dice.
Bailar cueca y “tirar la talla”
Pero no es sólo a través de la comida que el país se hace presente para la comunidad en el exterior. El folklore y el sentido del humor chileno también permiten acercar ese país que se extraña o “hacer un pequeño Chile en nuestro entorno”, como menciona Pamela Bravo, quien lleva más de 30 años en Nueva York.
“Traje conmigo el folklore, nuestra danza nacional, donde acá lo hago en un grupo folklórico llamado Raíces de Chile. Ya hace un tiempo que estoy participando, donde hago cueca, y nuestras raíces permanecen y las seguimos difundiendo por el mundo”, dice Salvador Ramírez, quien vive hace ocho años en el extranjero entre Alemania y España, originalmente de la quinta región.
Lucía Zárate, residente de hace 15 años en Frankfurt y originaria de la región del Biobío, también pertenece a un grupo folklórico. “Así nuestra cultura la seguimos compartiendo y mostrando en esta ciudad”, indica.
Para el pintor Francisco Badilla, quien reside en Portugal, el humor y la idiosincrasia es algo que se extraña: “El goce, como el sentido del humor chileno, por ejemplo, acá es diferente”. Desde Panamá, Patricio Azócar, también recuerda el humor chileno: “Juntarnos temprano a tirar la talla y conversar. Se echa mucho de menos poder estar con un grupo de amigos, alrededor de un asado, compartiendo”, dice.
Y así como para algunos es la comida y para otros el folklore y la forma de ser de los chilenos lo que les permite acercarse a Chile, para estas fiestas patrias cada uno de ellos buscará esos pedazos del país que siguen manteniendo cerca.
“Aunque estemos a 15 mil kilómetros de distancia, Chile está en nuestro corazón”, dice Lucía Zárate, desde Alemania.
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