La historia del vino en América comenzó con la llegada de los primeros conquistadores españoles, quienes sembraron esquejes de vides a fin de poder elaborar el vino de misa.
En el caso de Chile, se dice que el introductor fue el fraile Francisco de Carabantes quien trajo estacas desde el Perú hasta el puerto de Talcahuano. Desde allí se trasladaron estacas a Santiago donde se plantaron en zonas aledañas a las edificaciones que habían construido los conquistadores.
El primer viticultor chileno sería Rodrigo de Araya, como consta en el Acta de Fundación del Vino Chileno, descubierta en el Archivo de Indias por el historiador José Toribio Medina. Si tu intención es conocer los tipos de vinos de Chile, lo mejor es partir por las cepas más clásicas y que hasta el día de hoy son las predilectas por turistas que visitan nuestro país.
Esta uva para vino blanco crece en Chile predominantemente en el norte y este de Santiago. El sauvignon blanc proviene de la región francesa de Loira (Sancerre) y es la cepa para vino blanco más popular a nivel mundial. Se caracteriza por poseer aromas a heno y grosella espinosa, además de una intensa acidez.
Es conocida como la “mejor cepa de vino blanco del mundo”, se encuentra en varios países y produce vinos sabrosos, para todo paladar. Originalmente, el chardonnay se hizo conocido a través de grandes productos como el burgunder blanco (Chablis, Meursault). En Chile, el Valle de Casablanca ofrece condiciones ideales para esta cepa. Dentro de sus propiedades destaca su aroma neutral, que puede ser levemente a melón hasta exótico y una acidez excelente.
Esta cepa de vino tinto proviene de Francia (Burdeos) y emprendió una senda triunfal por todo el mundo. Desde Italia, pasando por California hasta Australia esta cepa es utilizada para la producción de excelentes vinos tintos. En Chile, el cabernet se cultiva desde hace aproximadamente 150 años y crece en vides con sus raíces verdaderas. El clima cálido, la baja productividad y unas uvas bien maduras representan una excelente materia prima para los vinicultores. Esta cepa da origen a vinos frutosos y con una alta concentración en taninos. El aroma de estos vinos está marcado por la grosella negra, además las cepas chilenas poseen un característico aroma a eucaliptos.
Al igual que el cabernet esta cepa proviene también de la región francesa de Burdeos, y es también llamada la “hermana menor” de la cepa de cabernet. En Chile es la segunda más importante entre las cepas nobles. Eso sí, cuando los viñedos son muy productivos resultan más bien vinos de mesa simples. En total, el merlot tiene un sabor más suave y un aroma menos anguloso que el cabernet sauvignon.
La cepa carménère es la marca registrada de los vinos chilenos, proviene originalmente de la región francesa de Médoc, pero la especie fue exterminada en Europa por la filoxera en el siglo XIX. Sin embargo, en el año 1994 un enólogo francés descubrió en Chile ejemplares auténticos de esta cepa, pero que hasta ese momento habían sido considerados como merlot. Desde entonces se produce el carménère en los viñedos al sur de Santiago a gran nivel. Sus características son un color rojo intenso con un aroma a bayas, además es frutoso e intenso. La concentración de taninos no es tan alta como en el cabernet sauvignon, lo que lo transforma en un vino liviano, que sienta bien. Finalmente se recomienda beberlo joven.
Esta uva de piel delgada que le debe su nombre a la forma de cono en que crece, reacciona extremadamente sensible a variaciones de temperatura, tipos de suelos, poda, por lo cual es considerada la cepa más “caprichosa” del mundo. Debido a estos motivos se produce más bien poco pinot noir en Chile.
Bajo las mejores condiciones el pinot noir da lugar a vinos muy armónicos, aterciopelados, suaves, con un fascinante aroma a frutas y una baja concentración de taninos.
A pesar de que estos vinos son considerados por los conocedores como uno de los mejores del mundo cuando sus uvas alcanzan una maduración perfecta, la elaboración del syrah es complicada, ya que las vides no resisten poco sol, ni tampoco mucho. El hemisferio sur, con su clima más estable, ofrece mejores condiciones para el cultivo de esta cepa. Respecto a sus cualidades, el vino syrah tiene un color oscuro y una alta concentración de taninos, su aroma a grosella roja es intenso.
Esta cepa noble para vino blanco proveniente de Alemania es una de las más importantes a nivel mundial. En Chile el riesling se cultiva principalmente en los valles más fríos al sur de Santiago: Rapel, Curicó y Maule. El riesling tiene matices verdosos hasta dorados y su sabor es ligero y fresco, a veces mineral. Su aroma está marcado por diversas variedades cítricas, como el pomelo y el limón, además de notas a manzana y fruta de la pasión.
No sólo los clásicos están dentro de los mejores vinos de chile. Existen hoy en el mercado, una gran variedad de vinos de cepas “no tradicionales “ que le dan más colorido a la nutrida variedad de vinos nacionales.
Todos los vinos dulces tienen en común al menos dos cosas: el alto nivel de azúcar de la uva cosechada y que el proceso de fermentación debe ser cortado antes de que las levaduras transformen todo el azúcar en alcohol.
En realidad no es una cepa, sino que se refiere a que se elabora con las últimas uvas cosechadas, casi antes de convertirse en pasas. En consecuencia hay una mayor concentración de azúcares, lo que lo hace un vino muy dulce, ideal para acompañar postres y tortas.
Para nadie es un misterio que los mejores vinos chilenos hoy son reconocidos mundialmente. Las bondades de nuestro clima de la zona central hacen de esta una tierra fértil para encontrar sabor, textura, aroma y calidad.
El editor de la revista The Wine Spectator James Suckling elaboró una lista con los mejores vinos de Los Andes, donde en los 10 primeros lugares, aparecen 6 vinos chilenos.
La lista completa del Top 100 la puedes ver aquí: www.jamessuckling.com