Con moderna infraestructura, investigación científica y buenas prácticas agrícolas, instituciones e investigadores luchan contra la degradación del suelo y la crisis hídrica en la región de Coquimbo, para así detener su avance.
La desertificación y la sequía son uno de los retos medioambientales más urgentes en tiempos de Cambio Climático. Al día de hoy se considera que un 40% de la superficie terrestre estaría degradada. En Chile, según la Corporación Nacional Forestal (CONAF) un 23% del territorio nacional se encuentra en riesgo alto de desertificación. A esto se suma, que hace más de una década el país atraviesa una crisis hídrica. Aunque las regiones del Maule, Bío-Bío y Coquimbo presentan estos procesos, los estudios e investigadores convergen en que esta última región es la más afectada.
“La región de Coquimbo, tiene una mayor fragilidad de desertificación, es una gradiente, hay una diferencia muy grande entre los cactus que se ven en Coquimbo y los árboles que forman bosques en Choapa. Estamos en el límite de la desertificación y podemos estudiar ese cambio” explica Carlos Olavarría, director ejecutivo del Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (CEAZA). Este centro está estratégicamente ubicado en la zona que limita con el desierto de Atacama, conocido por ser el más árido del mundo.
Pero ¿qué se entiende por los conceptos de desertificación y sequía?
La desertificación es el paso gradual de la superficie terrestre de un estado fértil a uno más desértico, ocasionado por variaciones climáticas como por la actividad humana. La deforestación, la falta de agua, la sobreexplotación de aguas subterráneas, el sobrepastoreo y malas prácticas de riego degradan el suelo.
La sequía ocurre cuando las escasas precipitaciones disminuyen los niveles del agua -muy por debajo de lo que corresponde- en una determinada área geográfica, afectando a todas las especies que crecen y se desarrollan en esta zona.
¿Qué está haciendo Chile para mitigar la sequía y la desertificación?
Sistema de desalación en la Región de Coquimbo
Este año el gobierno a través del Ministerio de Obras Públicas anunció para el segundo semestre la licitación de una desaladora multipropósito, que beneficiará a medio millón de personas en la Serena, Coquimbo y Ovalle, tendrá una capacidad de 1200 litros por segundo e implica una inversión de US$300 millones. Después de una rápida y unánime aprobación en diciembre de 2023, una nueva ley faculta hoy al MOP estudiar, desarrollar, construir y gestionar infraestructura hídrica multipropósito, incluyendo plantas desaladoras destinadas al consumo humano.
Esta es la primera etapa de un sistema de desalación en la región de Coquimbo, donde la instalación de las siguientes tres plantas desaladoras proporcionará una fuente de agua segura para consumo humano, para los Servicios Sanitarios Rurales (APR) en las provincias de Limarí, Choapa y Quilimarí.
Estudio de glaciares, impacto de desaladoras y mapeo de aguas subterráneas
A través de fondos de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) dependiente del Ministerio de Ciencia se financian investigaciones de alto estándar en distintos centros del país. En CEAZA estudian los glaciares para conocer el aporte y las reservas en los sectores cordilleranos de la región. Además, están realizando un mapeo en alta resolución sobre el estado de los acuíferos en la provincia de Limarí, donde existe un mayor desarrollo agrícola. “Este mapa permitirá a los usuarios y tomadores de decisiones planificar la realización de pozos, en los lugares y a la profundidad adecuada” señala Carlos Olavarría, director ejecutivo del centro.
Por otro lado, investigan el efecto de las plantas desaladoras en el medio ambiente marino. “Establecimos las zonas más y menos aptas para la instalación de estas plantas, considerando las condiciones oceanográficas de dispersión de la salmuera. Incluso analizamos en el laboratorio la exposición de tres organismos que se comercializan como locos, machas y algas. No es letal pero existe un impacto, eso hay que evaluarlo” finaliza Olavarría.
Rol de la agricultura para mitigar la desertificación
Aunque la agricultura tradicional ha ayudado a la desertificación, por procesos erosivos originados en riegos con caudales excesivos, hoy puede corregir esta situación a través de riegos localizados. En mayor medida en el Norte Chico, donde hay 2,2 millones de hectáreas con desertificación grave. Según Claudio Balbontín, investigador en riego y director Regional de INIA-Intihuasi (Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria) en esta zona “ la Comisión Nacional de Riego e INDAP ha fomentado esta tecnificación y el INIA ha trabajado en transferencia tecnológica, para que los agricultores adopten de manera correcta el uso de riego por goteo”.
Además, “este instituto junto a INDAP tienen el proyecto Transición a la Agricultura Sustentable- TAS que enseña el manejo de los cultivos y del suelo”, añade el director del INIA Regional. “Se enfatiza en las buenas prácticas agrícolas, donde se recomienda aprender a convivir con las malezas y microorganismos que aportan a la vida, materia orgánica, nutrientes y lo más importante mayor retención de humedad, tan importante en esta zona con serias limitantes en la disponibilidad hídrica”.